Elegir profesional

Cuando una persona se plantea dar el paso de pedir ayuda psicológica son muchas las dudas y temores que surgen:

  • ¿Acudo a la Sanidad Pública, o busco a alguien que atienda en Consulta Privada?
  • ¿Qué será mejor, un psicólogo o un psiquiatra?
  • ¿Cómo puedo estar seguro de que es un buen profesional?

En otros posts trataré de dar respuesta a las dos primeras cuestiones. Ahora quiero centrarme en la que a mi entender es más importante: pues público o privado, psicólogo o psiquiatra, lo fundamental es que la persona que tenga la responsabilidad de ofrecer ayuda terapéutica, sea ante todo eso: PROFESIONAL.

Cuidado con el intrusismo…

Hacer una buena elección es algo fundamental para sentirse confiado, pues no pondremos en sus manos la reparación de un objeto sustituible sino que pondremos en sus manos nuestra salud. Además, cuando una persona pide ayuda suele estar en un estado especialmente vulnerable, y toda precaución es poca para dar el paso con garantías.

Hay personas que tienen la creencia de que una terapia solo puede ofrecerte dos resultados: o te ayuda o te deja como estabas. Se cree en esos casos que errar en la elección y no ponerse en manos de una persona cualificada no tiene riesgos. En este sentido, si dicha creencia estuviera únicamente en la mente de quienes consultan, la situación no sería preocupante. Sin embargo, esa creencia está también presente en el pensamiento de personas que se dedican de un modo u otro a “ofrecer ayuda terapéutica”.

Así, algunas personas se permiten ejercer como “psicólogos” recurriendo a la denominación generalista de TERAPEUTA, sin contar con la formación requerida para trabajar en el ámbito de la ayuda psicológica, sin los títulos y/o acreditaciones oficiales que garanticen que está capacitado y legalmente autorizado para atender a personas por problemas psicológicos, o lo hacen sin contar con suficiente preparación, y en ocasiones, casi sin ella. Cuando esto sucede, en el mejor de los casos sólo costará tiempo y dinero al cliente (amen de la profunda decepción por haber sido engañado por alguien en quien depositó su confianza), pero en el peor de los casos verá sostenido e incluso agravado su sufrimiento y tendrá que afrontar las complicaciones que en su vida de ello se deriven.

En lo cotidiano, tenemos muy vinculada la palabra TERAPIA al abordaje de problemas de índole psicológica. Si alguien nos dice “estoy yendo a terapia” inmediatamente pensamos en un diván, un psicólogo, un psicoanalista o imágenes similares. Sin embargo, “Terapias” hay muchas… y no todas son psicológicas.

Actualmente proliferan ofertas basadas en la medicina alternativa, enfoques holísticos, terapias naturales, etc. que se centran en enfoques de crecimiento personal y permiten a cualquiera formarse como terapeuta sin necesidad de otra titulación previa. Hablo del Reiki, los chacras, la reflexología, medicina tradicional china, acupuntura, Flores de Bach, etc. Estos enfoques, indudablemente, tienen su valor para aliviar ciertos estados de malestar, pero también se debe ser consciente de sus limitaciones.

Ni todo es objeto de trabajo de la Psicología Clínica, ni todo se puede resolver exclusivamente desde estos otros enfoques más alternativos. Un buen profesional debe ser consciente de cuál es su terreno y tener la responsabilidad de no atender demandas que no corresponden a su ámbito de trabajo. Mi lema es: no patologicemos nuestra vida convirtiendo en enfermedad cosas que no lo son, ni trivialicemos problemas que de no ser adecuadamente tratados se pueden complicar y/o cronificar.

Desde mi punto de vista, cuando en la base de la demanda o queja lo que hay latente debajo es un problema psicológico, las terapias alternativas se ven limitadas para obtener los resultados buscados si no las aplican profesionales oficialmente titulados, bien preparados y con una sólida base en cuanto a conocimientos sobre psicología; es más, algunas de estas terapias pueden remover y activar aspectos dormidos de la personalidad, recuerdos traumáticos, etc. que si la persona que dirige el proceso no está preparada para abordar, puede abocar al cliente a un sufrimiento y una desorganización de su estado psíquico y emocional brutales.

Por ello, resulta muy aconsejable tener buenas pistas de a qué se debe prestar atención para saber si la persona que nos va a atender a nosotros o a alguien cercano cumple con los requisitos mínimos exigidos para ofrecer una ayuda de calidad y con garantías.

Quién sí y quién no

Psicólogo,
Psicólogo Clínico,
Especialista en Psicología Clínica,
Psicólogo General Sanitario,
Psicoterapeuta, Terapeuta,
Consejero, Coach,
Psicoanalista, Terapeuta Gestáltico…

Éstas son solo algunas de las denominaciones con las que se puede encontrar la persona que busque ayuda psicológica. Lo cual no ayuda demasiado a un profano en la materia a saber sin margen de error ante qué tipo de profesional se encuentra, a no ser que le formule ciertas preguntas.

En primer lugar, y aunque pueda parecer obvio, conviene aclarar que cuando de salud mental se trata, los únicos profesionales cualificados y autorizados por ley a tratar problemas psicológicos son dos: los Psiquiatras y los Psicólogos. Hay otras profesiones que pueden tener el sufijo “Psico” en su nombre (ej: psicopedagogos, psicologopedas, psicomotricistas, etc.) pero bajo ninguna circunstancia deben atender problemas psicológicos si no tienen detrás el respaldo de estas titulaciones (Medicina o Psicología).

¿Cualquier psicólogo vale?

En segundo lugar, y en relación a la profesión de la Psicología, hay que seguir matizando aún más: no se debe asociar Psicólogo = profesional que se ocupa de atender problemas psicológicos, ya que los ámbitos de actuación de la Psicología no se limitan a la salud, sino que son múltiples: psicología jurídica, psicología del trabajo, psicología deportiva, psicología del tráfico y la seguridad, psicología social, psicología educativa… y por supuesto Psicología Clínica y de la Salud. Así, la Psicología es una profesión que tiene un nombre, pero también muchos apellidos; y solo los psicólogos que sigan el itinerario de Clínica y Salud estarán encaminándose a poder ejercer como profesionales de la ayuda psicológica.

Por tanto, el paso más importante en la elección sería conocer la titulación exacta de la persona que nos va a atender. No es lo mismo que nos realice un trasplante de corazón un enfermero, un médico de atención primaria o un cardiólogo, ¿verdad? Pues en el campo de la psicología ocurre algo similar aunque en general se desconoce.

Un título es una garantía de que se poseen los conocimientos suficientes en el área en el que se va a desarrollar el ejercicio de la profesión. Pero incluso dentro de los psicólogos que estudian la rama de Clínica y Salud hay distinciones. Desde mi punto de vista, obtener el título de Psicólogo en esta rama es claramente insuficiente para atender a pacientes, debido a la práctica ausencia de una formación práctica durante la carrera. Ejercer en esas condiciones podría caer dentro de la irresponsabilidad.

Entonces ¿qué psicólogo atiende problemas psicológicos?

Dentro de la profesión de la psicología y a fecha de hoy, sólo existen dos figuras que legalmente pueden evaluar, diagnosticar y tratar en el ámbito de la salud mental:

  1. Los Especialistas en Psicología Clínica.
  2. La recién creada figura del Psicólogo General Sanitario.

Psicólogo Clínico

Un Psicólogo Clínico, o Especialista en Psicología Clínica, es un psicólogo que ha obtenido el reconocimiento del Ministerio de Sanidad como profesional sanitario, con un título que así lo recoge. Éste título solo lo tienen:

  1. Los psicólogos que han demostrado una larga carrera profesional en la atención clínica.
  2. Los psicólogos formados a través del sistema de Psicólogos Internos Residentes (PIR); que es el mismo sistema que siguen los licenciados en Medicina para obtener la titulación en una especialidad concreta (Cardiología, Ginecología, Psiquiatría, etc.).

Acceder a esta formación supone pasar una dura oposición (con una media de 30 aspirantes por cada plaza ofertada) cuya recompensa son 4 años de formación trabajando en el Sistema Nacional de Salud a jornada completa. Durante éste tiempo el Psicólogo Residente es supervisado en su práctica diaria con pacientes y continúa formándose teóricamente. A través de un sistema de rotaciones, trabaja en las distintas unidades relacionadas con la salud mental de las que dispone el Sistema Nacional de Salud (Unidades de hospitalización, Centros de Salud Mental, etc.) obteniendo así experiencia con muy distintas patologías y tipos de pacientes.

Al final de esta formación, recibe de manos del Ministerio de Educación el título que lo habilita como experto en problemas de salud mental: Psicólogo Especialista en Psicología Clínica (o Psicólogo Clínico, que es como comúnmente se les conoce).

En muchas ocasiones nos encontraremos con psicólogos que han cursado un Master relacionado con la psicología clínica y que se anuncian como Psicólogos Clínicos. Es aquí cuando la línea se desdibuja aún más, creando una importante confusión, ya que ésa denominación (Psicólogo Clínico) corresponde a una titulación oficial reservada a los Especialistas en Psicología Clínica.

Psicólogo General Sanitario

Como ya he mencionado, el título en Psicología (Grado en Psicología) es el nivel básico de formación que habilita para ejercer como Psicólogo en España, y no tiene por sí solo, reconocimiento como profesión sanitaria, por tanto, puede legalmente desarrollar todas las competencias profesionales psicológicas, excepto aquellas que impliquen valorar e intervenir sobre la salud en el ámbito sanitario.

El Psicólogo General Sanitario, es aquel profesional que además del título de licenciado/graduado en Psicología, a través de una formación de posgrado obtiene el título oficial de Máster en Psicología General Sanitaria, que le permitirá tener la consideración de profesional sanitario y por tanto le autorizará a desarrollar su actividad profesional en el sector sanitario realizando investigaciones, evaluaciones o intervenciones psicológicas sobre cualquier aspecto del comportamiento relacionado con la salud, en el marco de lo establecido en la Ley.

¿Es lo mismo un Psicólogo General Sanitario que un especialista en Psicología Clínica?

Evidentemente, NO.

Los dos son profesionales sanitarios con un tronco común, pero el Psicólogo General Sanitario, como su nombre indica, tiene un nivel generalista, mientras que el Psicólogo Especialista en Psicología Clínica, que cuenta además con una formación por el sistema de residencia (PIR), tiene un nivel de especialista sanitario.

Concretamente, de la Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud Pública que es la que ha regulado la profesión del psicólogo sanitario generalista, con la denominación de Psicólogo General Sanitario, detalla cuales son sus funciones del siguiente modo: “la realización de investigaciones, evaluaciones e intervenciones psicológicas sobre aquellos aspectos del comportamiento y la actividad de las personas que influyen en la promoción y mejora del estado general de su salud, siempre que dichas actividades no requieran una atención especializada por parte de otros profesionales sanitarios” (los Psicólogos Clínicos o los Psiquiatras).

Así, cuando el caso por su complejidad o gravedad desborda las capacidades del profesional generalista, éste no podrá abordarlo dándole la respuesta adecuada, y entonces deberá derivarlo al especialista. De no hacerlo así, se incurre en una negligencia profesional, que puede dar lugar a exigencias de responsabilidades legales.

Y el resto de nombres que se oyen…

Psicólogo,
Psicólogo Clínico,
Especialista en Psicología Clínica,
Psicólogo General Sanitario,
Psicoterapeuta, Terapeuta,
Consejero, Coach,
Psicoanalista, Terapeuta Gestáltico…

Ahora sí, todo encaja…
Recordemos una vez llegados a este punto:

  • NOMBRE: debe ser un Psiquiatra o un Psicólogo
  • PRIMER APELLIDO: solo están autorizados los psicólogos que tienen la titulación de Especialista en Psicología Clínica o de Psicólogo General Sanitario.

Chequeado que el “nombre” y el “primer apellido” del profesional son los correctos, podemos interesarnos por los campos en que está especializado a través de formación específica (pareja, familia, sexología,…) y/o el enfoque que utiliza en la terapia (terapia cognitivo-conductual, psicoanálisis, terapia sistémica, gestalt, humanista, counselling, hipnosis, etc.) Sería por así decirlo el SEGUNDO APELLIDO, que lo que hace simplemente es determinar un estilo de trabajo concreto y/o una sub-especialización (en familias, en problemas sexuales, en infancia, etc.), que nos servirá para afinar aún más la búsqueda y encontrar al profesional que mejor se adapte a nuestra demanda (Ej. Buscaré un Psicólogo especializado en Terapia Familiar si mi consulta tiene que ver con problemas de comunicación y/o conflictos en el seno de mi familia).


Espero que la información proporcionada sea de utilidad.

Texto redactado por: Esther González Jiménez. Psicóloga especialista en Psicología Clínica.

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